Su nombre, Goel Ratson. Su historia, espeluznante para unos, maravillosa para otros. En fin. Este ciudadano israelí de 58 años vive en uno de los barrios más pobres de Tel Aviv con sus 32 mujeres y sus, aproximadamente, 89 hijos. Aunque las cifra podría ser mayor. "Hay unos 180 hijos repartidos por todo Israel", calcula una de las mujeres que conviven con él. "Cuando sus hijos salen por la mañana a la guardería, parece como la salida de nuestros antepasados de Egipto. ¡Es increíble cuantos niños hay!", cuenta un vecino.
Sus mujeres dicen ser independientes pero lo cierto es que tienen prohibido comunicarse con otros hombres, comer carne, beber alcohol, fumar, vestir de forma "provocativa" o incluso abrazar a sus propios padres. Así, para algunos, Goel Ratson es una especie de "Mesías", pero para la mayor parte de vecinos que le conocen, simplemente es un caradura por su peculiar familia y por este control talibán que ejerce sobre sus esposas.
Ratson ha montado alrededor de su vida, conyugal y familiar, una especie de secta desde hace treinta años, cuando entonces era un adolescente y aunque no se acuerda de los nombres de todos sus vástagos, conoce bien el cuerpo de todas sus mujeres. Algunas son hermanas o primas. Presume de una potencia sexual descomunal y se muestra jactancioso cuando le preguntan por su secreto: "Tengo todas las facultades que una mujer quiere, las medidas que una mujer quiere. Todo el cariño que una mujer busca. Lo tengo todo".
En cuestión de cama, no hay competencia. Sus mujeres se turnan y, aunque no lo confiesen, hay una lucha cada noche por ser la afortunada. Alguna -y alguna está muy buena- se sincera: "Satisface todas mis voluntades y necesidades. Por eso, estoy dispuesta a compartirlo con otras aunque no siento que lo comparto. Me siento especial y única".
La secta se empezó a tejer, pues, hace tres décadas cuando empieza su búsqueda reclutando a su futura mujer cuando es una adolescente con problemas físicos, sociales o psicológicos. Tras su milagrosa curación terapéutica, es toda suya. Y así viene otra y otra y otra hasta la actualidad. Él presume de sus poderes sexuales, aunque niega usarlos con menores.
1 comentario:
Yo tambien pienso que en lugar de un "mesias" es un caradura de tomo y lomo.
Hombre, un poco de envidia si que da, los que tenemos que conformamos con una........y además a duras penas podemos....
Salud y suerte.
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