La obsesión por la limpieza de un albañil alemán, que además se pasaba el día poniendo orden, recogiendo la casa y moviendo muebles ha provocado que su esposa lo deje plantado pidiendo el divorcio tras quince años de matrimonio; y es que ésta no aguantaba más que su marido se inmiscuyese permanentemente en las labores del hogar y que asumiera obsesivamente las tareas de limpieza. Aunque la gota que colmó el vaso llegó según parece hace ahora algo más de dos años cuando, al regreso de un largo viaje, la esposa se encontró con que el marido había redecorado completamente la sala, derribado un tabique y levantado una nueva pared sin consultarle.
Durante el proceso de divorcio, el pobre hombre ha argumentado que detrás de un armario surgía un mal olor y que al mover el mueble comprobó que la pared estaba enmohecida, por lo que tiró los muebles, derribó la pared y redecoró toda la sala, algo que a su mujer le resultó tremendamente desagradable.
Puestos de acuerdo en el reparto de las rentas y habiendo estado oficialmente separados durante el último año, la indignada esposa ha obtenido finalmente el deseado divorcio y ahora busca en las redes sociales cerdo sin complejos para retozar en la suciedad.
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