Los chicos del barrio la llaman "ventilador de pie" porque tiene un cuerpo menudo pero una cara excesivamente inflamada (y porque los jóvenes de la actualidad -en una amplia mayoría y salvo dulces excepciones- suelen ser unos irreverentes y consentidos hijos de puta en la mayor parte del planeta que piensan que serán jóvenes toda su puñetera vida y no respetan a nada ni a nadie, y como hoy en la escuela/institutos/universidades apenas si se enseñan contenidos, cuando menos valores, pues es lógico que se mofen de esta pobre y enferma mujer. -Hoy [los jóvenes] con follar, la playstation (ellos) y hacer los test del cosmopolitan de turno "Descubre si es tu chico ideal" (ellas), el porrito y pedir dinero a los padres ya tienen bastante -eso los chicos "más buenos". Como el niñato o la niñata te salga encima rebelde o moderna casi mejor que te cortes las venas.-)
Después de que se haya conocido su historia en la TV local, sus vecinos han reunido el dinero para una operación que corrigiera en parte las atrocidades que la mujer se ha hecho a sí misma. Los médicos le han extraído 60 gramos de "sustancias extrañas" del rostro de Mioku y al menos unos 200 gramos de su cuello. Ahora, puede sentirse algo más aliviada, pero sin duda extraña su cara original. Ésa que ya nunca volverá.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Adicta a la cirugía plástica
Hang Mioku, coreana, se hizo su primera cirugía plástica cuando tenía 28 años, y desde entonces (hoy ya tiene 48) no ha parado. Su adicción alcanzó tales niveles de compulsión que los cirujanos patrios no quisieron seguir operándola advirtiéndole de que padecía un desorden psicológico por lo que tuvo que recurrir a los médicos nipones y para ello no dudó en marcharse a vivir a Japón, donde se realizó decenas de operaciones más, principalmente en su cara. Tras múltiples cirugías, su rostro quedó completamente alargado y desfigurado, pero ni siquiera desde ese momento pudo parar de someterse a los crudos rigores de las nuevas intervenciones y aún era capaz de mirarse al espejo y pensar que era bella. Finalmente, allí tampoco quisieron seguir tratándola por lo que decidió volver a su hogar donde su familia fue incapaz de reconocerla, ni siquiera sus propios padres. Lamentablemente, ya de vuelta en su país, encontró a un cirujano que no sólo accedió a administrarle inyecciones de silicona, sino que le proporcionó una jeringa especial y silicona para que ella misma se la administrase cuando creyera conveniente. Cuando este material se terminó, Mioku, desesperada, comenzó a inyectarse aceite de cocina, lo que provocó que su rostro se desfigurase de manera grotesca.
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