Le tendieron una trampa en la habitación de un motel estadounidense para luego pegarle el pene al abdomen por infiel con un pegamento superpotente de secado ultrarrápido que comenzó a venderse en los Estados Unidos en el año 1973 y cuyo símbolo es un obrero pegado a su casco. De este pegamento se asegura que puede "unir cualquier cosa, desde porcelana y coleccionables hasta adornos navideños y maquetas de trenes". Lo que sus publicistas probablemente nunca pudieron prever fue un uso como el que le han dado al pegamento cuatro mujeres de Wisconsin, que en una jugarreta que puede llevarles a prisión se han vengado de un hombre mujeriego uniendo su pene a su estómago con el superadhesivo.
Therese Ziemann, una mujer de 48 años que había conocido unos meses antes al hombre por internet e inició con él una relación sexual, convocó a su amante, de 36 años, a un motel en la localidad de Stockbridge. Una vez en el cuarto, le sugirió atarlo a la cama para hacerle un masaje erótico. Él aceptó pero, una vez que estuvo atado y con los ojos tapados con una almohada, Ziemann se puso a escribir unos mensajes de texto en su teléfono móvil.
Las receptoras de esos mensajes fueron otras tres mujeres, que acudieron a la habitación. Una de ellas era Tracy Hood-Davis, la esposa del hombre atado a la cama, que había hecho saber a Ziemann que ese amante al que había pagado un habitación durante dos meses y al que había dado más de dos mil dólares era un hombre casado. Otra –Wendy Sewell, de 43 años– había mantenido también relaciones sexuales con él y supo que el hombre la estaba usando para lograr dinero. La tercera –Michelle Belliveau, de 43 años– era hermana de Ziemann.
Según la denuncia, Ziemann propinó un puñetazo al hombre en la cara, le cortó la ropa interior dejándole desnudo y pegó el órgano sexual al estómago. Mientras era agredido, una de las mujeres le espetó: "¿A cuál quieres más?". Según la víctima, además, Belliveau dio una pistola a su hermana, con la que esta apuntó a su cabeza y a su pene antes de decirle: "Tienes suerte de que no me dejen dispararte".
Tras la pegajosa operación, las mujeres abandonaron el cuarto. Su víctima consiguió liberarse de sus ataduras tras mordisquearlas, salió de la habitación y llamó a la policía. Fue llevado a un hospital y tratado.
Las mujeres fueron arrestadas aunque han quedado en libertad tras pagar sendas fianzas de 120 míseros dolares, aunque se enfrentan a cargos por el delito de retención ilegal, que puede acarrear hasta seis años de cárcel. En el caso de Ziemann, se suman cargos de agresión sexual en cuarto grado.
"No fue un arrebato, lo planificaron durante un par de días", ha comentado el fiscal del distrito. (Las autoridades intentaron, sin éxito, ocultar la identidad de la esposa para proteger la intimidad de la víctima masculina.)
Lo más curioso de todo, sin embargo, es que el caso ha dado de repente un giro de 180 grados ya que hace unos días el hombre -al que aún se le pega un poco el pito a la mano cuando se lo sostiene para hacer pipí- ha sido arrestado y encarcelado. Y aunque todavía no hay formalmente cargos en su contra, ha sido acusado de abuso infantil, robo y de proferir amenazas de muerte en una disputa doméstica.
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