En Malasia, un profesor ha obligado a su alumno favorito de la clase a fumarse cuarenta y dos cigarrillos en tan solo dos horas tras sorprenderle con un pitillo y un encendedor en su mochila.
Ha ocurrido en un colegio de la isla de Langkawi y el director del centro escolar ya ha pedido disculpas a la familia del adolescente de dieciséis años.
El castigo se realizó en presencia de otros maestros y pupilos de la escuela, y el joven tuvo que fumar hasta cuatro cigarrillos a la vez durante la sesión. Ahora la policía investiga al educador, al que se le podría retirar la licencia.
Hace dos años, una profesora malaya fue inhabilitada después de que obligara a 140 niñas a ponerse de cuclillas en una charca por haber atascado los baños del colegio. El suceso causó un enorme escándalo en Malasia, cuyas autoridades educativas anunciaron que revisarían las medidas disciplinarias en los centros escolares.
Al igual que en Brunei y Singapur, en las escuelas de Malasia se aplica el castigo corporal con una fusta de ratán para los niños que cometen actos como fumar o protagonizan acciones vandálicas. Y eso está mal, vale, pero en este caso, ¿no le habrá salvado o mejorado la calidad de vida al jovenzuelo evitando que en un futuro cercano padezca cáncer? Al muchacho no le habrán quedado ganas ni de fumar aquellos antiguos cigarrillos (prohibidos -por la forma- ya en muchos lugares por ley) que al estilo de las monedas (u otros artículos) que venden en las pastelerías o ferias eran simplemente chocolate por dentro. Cuarenta y dos ahora a cambio de muchos miles y miles después. Yo lo veo como una gran lección didáctica y un enorme aprendizaje vital que es a lo que se debería ir a la escuela. Lo delictivo es lo de los profesores hindúes. Esto, educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario