Los cinco presos libaneses liberados por Israel han llegado a Beirut, frescos como una rosa pero con una cara de cabrón que no se la quita nadie, tras ser entregados por la autoridades hebreas en la frontera de ambos países en el marco de un canje de prisioneros y muertos.
Entre la escoria puesta en libertad se cuenta el célebre asesino palestino Samir Kuntar, que en 1979 mató a Einat Haran, un niño de 4 años, machacándole la cabeza con la culata de su fusil, después de disparar a su padre por la espalda y ahogarlo en el mar. Kuntar, que también asesinó a dos policías y fue responsable de la muerte de la hermana de Einat, otra criatura de 2 años, está siendo jaleado como un héroe por los enemigos de Israel. La Autoridad Palestina le saluda como un "valiente guerrero" en vez de escupirle a la cara como poco, y las calles de Beirut están engalanadas con su fotografía. La fotografía de una bestia repugnante que no se merece más que asco por parte de aquellos que tengan un mínimo (muy pero que muy pequeño, prácticamente nada, 0'000000...01) de decencia.
Lamentablemente, no es la primera que Israel negocia con terroristas a cambio de rehenes o cadáveres israelíes, y tampoco es la primera vez que accede a liberar a asesinos brutales como el mencionado hjoputa. Lo que ocurre, es que cuando procede de esta forma, lo único que consigue es asegurar nuevos asesinatos y secuestros de israelíes. Pero no se enteran de la película.
Hezbolá está hoy mejor armada que nunca: se estima que tiene 40.000 cohetes desplegados al norte de la frontera, y que está en disposición de atacar al 97 por ciento de la población israelí. Solo en el sur del Líbano hay unos 2.500 terroristas de Hezbolá, que, por ejemplo, habrían construido unos sofisticados búnkeres subterráneos con plataformas de lanzamiento de cohetes y proyectiles de mortero que pueden ser disparados por control remoto. Lo más alarmante de todo es que Hezbolá se ha hecho con el control del Gobierno libanés, después de intimidarlo hasta la sumisión con las violentas incursiones en Beirut que perpetró en mayo pasado. Hezbolá reclama el derecho a designar once ministros, lo cual le permitiría vetar cualquier decisión del Ejecutivo. Así las cosas, Hezbolá ya no es una organización terrorista patrocinada por un Estado; es algo mucho peor: una organización terrorista que dispone de un Estado.
Y mientras, hay gente que nunca aprenderá nada, por elemental que sea: ¡con asesinos y terroristas NO SE NEGOCIA! Así la paz, lo que más deseamos todos, y sobre todo las víctimas inocentes de uno y otro lado, es imposible. Hamas ya se ha encargado de dejarlo bien claro en un comunicado -si es que alguien todavía tenía dudas-: "el canje demuestra que Israel sólo entiende el lenguaje de la fuerza".
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