Dickson Tan, condenado por colaborar con un falsificador de dinero, muestra en esta imagen las marcas que le han dejado en sus posaderas los azotes de su cruel castigo.
Sin embargo, Dickson ahora ha demandado al Gobierno de Singapur por un error administrativo: fue condenado a nueve meses de cárcel y cinco azotes, pero recibió ocho golpes.
¡Imperdonable ...
... y una cosa así no se resarce con compensaciones económicas! Propongo tres azotes para cada uno de los funcionarios ineptos responsables de este atropello de nalgas a la par que tres cariñosos masajes culeros para esta víctima del ineficaz sistema singapurense. ¡Justicia, joder, Justicia!
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