David George, un granjero australiano de 57 años, ha pasado una semana encaramado a un árbol para poder escapar así de un destino horrible: el ser devorado por cocodrilos. Para subsistir sólo disponía de dos bocadillos y por las noches se amarraba a las ramas para no caer mientras dormía.
Todo empezó cuando accidentalmente se cayó de su caballo durante un paseo en Queensland, al noreste del país. Aturdido y sangrando, subió de nuevo a lomos del animal, y sólo cuando recobró completamente el sentido advirtió que estaba perdido en una zona infestada de cocodrilos. "Tuve que bajar del caballo y andar varios metros por tierras pantanosas hasta llegar a un camino, y entonces me di cuenta de que estaba en un nido de cocodrilos", ha explicado. "Aquello me aterrorizó, pero ya no podía dar marcha atrás; estaba demasiado lejos y era demasiado peligroso", añade. Entonces subió al árbol más cercano, con la esperanza de que alguien lo encontrara antes que los depredadores.
Para sobrevivir, George sólo tenía consigo dos bocatas que se terminaron al tercer día de permanecer en la copa del árbol, que era rodeado cada noche por varios cocodrilos. En cuanto al agua, por el día podía arreglárselas para conseguirla, pero antes de que anocheciera tenía que volver a su refugio para no ser devorado. "Si no los hubiera visto rodeándome, habría intentado escapar, pero sabía que lo más seguro era permanecer allí atado y esperar". "Todo lo que podía ver por las noches eran dos pares de ojos rojos que me miraban fijamente desde abajo". Finalmente, tras siete días de angustia, George logró ser rescatado.
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