India asiste entre preocupada e impotente al nacimiento de una nueva tribu urbana que se cuela sibilina en oficinas y mercados y no duda en robar cuanto se pone ante ellos, y es que los monos se han organizado en la ciudad.
La amenaza simiesca ha llegado incluso hasta la Cámara Alta india, donde un senador ha denunciado la existencia de "batallones de monos" llegando a asegurar que un grupo de éstos invadió su cocina, entre las risas de los representantes. Pero el problema no invita a la risa: según los expertos, atraídos por las mejores condiciones de vida y alimento, al menos 50.000 monos podrían haber emigrado a las ciudades de un país en pleno desarrollo, lo que supone entre un 60 y 70 por ciento de la población simia india.
"Muchos monos prefieren las áreas urbanas porque obtienen comida fácil y nutritiva", dice Prabal Sarkar, experto en macacos. "Se organizan en grandes grupos por razones de seguridad, y si media una provocación atacan brutalmente a la gente. Las mujeres y los niños son más susceptibles porque muestran miedo", añade.
La peluda tribu urbana se conjura para dañar árboles, arrancar plantas, destruir cables eléctricos y robar la comida a los niños, además de representar para los transeúntes una saltarina amenaza cuya mordedura implica 14 vacunas de curación. A veces, los intrépidos micos se cuelan en los enclaves residenciales, las oficinas y los mercados, donde atacan a la gente para conseguir su alimento, pero en ocasiones han llegado incluso a tomarse la justicia por su mano invadiendo los tribunales y destruyendo archivos. "Un día, al llegar a casa, encontré un grupo de monos organizando un festín. Habían sacado los tarros de comida de la cocina y estaban sentados a la mesa disfrutando el menú. Menuda fiesta", cuenta un ama de casa que tuvo que expulsarlos a escobazos.
Bien alimentados y al abrigo de los edificios, los monos han logrado adaptarse al medio y se reproducen con mucha rapidez, lo cual ha generado un problema de superpoblación rampante que ha llevado a los expertos a pedir medidas de control. Pero no es fácil, porque antes hay que cazarlos: "a diferencia de otros animales que se tranquilizan fácilmente, los monos se sientan en los tejados o los árboles, y cualquier intento de drogarles es peligroso", dice Sarkar.
El problema de los monos desatados llevó hace dos años a la Consejería de Medio Ambiente de Nueva Delhi a ordenar el traslado de los macacos a los bosques de regiones vecinas. Siguiendo esa directiva, el Departamento de Vida Animal de Delhi capturaba el año pasado unos 250 individuos en la capital, liberándolos en el bosque Palpur Kuno de la región de Madhya (centro). Pero tras su "liberación" los monos, urbanos y desarraigados, comenzaron a cometer actos vandálicos en los pueblos cercanos. Los oficiales locales reaccionaron ante esa nueva amenaza urbana negándose a acoger nuevas hornadas de macacos, así que estos campan todavía a sus anchas en Nueva Delhi.
Los monos capitalinos se refugian en las áreas verdes de la ciudad, a la espera del seguro alimento -plátanos, cocos y mangos- que les proporcionan muchos devotos hindúes, para quienes los monos son herederos vivos del dios Hanuman. De hecho, el batallón de monos delhíes tiene ahora su mejor paraguas en una estatua de Hanuman de 30 metros recién inaugurada en el oeste de la ciudad, una delicia para los niños que viajan en el metro sin soterrar que pasa justo por delante de las fauces del dios. Esa condición "divina" ha generado una pequeña industria junto a los lugares frecuentados por los simios, donde varios comerciantes han instalado puestos de plátanos, mientras que otros negociantes, más avispados, amaestran a los simios para bailar y obtener propinas o pedir limosna, antes de llevárselos a casa en bicicleta. Pese a la explotación evidente, los monitos danzarines no le hacen ascos al trabajo: ajenos a la preocupación que suscitan y felices con sus fechorías y sus gestos casi humanos, los micos indios se han adaptado a la vida cotidiana de las urbes hasta en lo que concierne a la superpoblación y el ruido. Al fin y al cabo, vivir en la ciudad tiene sus inconvenientes.
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