Desde que empezó su peculiar afición gastronómica, hace 36 años, Don Gorske sólo ha pasado ocho días sin dar buena cuenta de una de sus hamburguesas favoritas: la Big Mac. Uno de ellos, fue el día en que murió su madre y lo hizo por respeto a ella. "Le hice una promesa y yo siempre mantengo mis promesas". ("También le prometí que nunca me cortaría el pelo y en veinte años aún no lo he hecho", proclama con un extraño orgullo.)
Tiene 54 años y vive en Fond du Lac, en el Estado de Wisconsin, Estados Unidos, y afirma haber devorado 23.000 hamburguesas Big Mac en 36 años. (En la imagen lo vemos en una mordida a su 18.000 Big Mac en el año 2001.)
Según las cifras que maneja el propio individuo, el producto estrella de McDonalds constituye el 90 por ciento de los alimentos sólidos que consume. Y, por supuesto, este récord le ha valido un puesto en el libro Guinness ya que guarda los tickets correspondientes de todos estos años además de los recipientes de plástico de cada comida.
Gorske alcanzó esta cifra agosto pasado, continuando una obsesión que comenzó el 17 de mayo de 1972, cuando compró su primer coche. Ese día empezó a contar una a una las hamburguesas que iba comiendo, convirtiendo así su alimentación en un monográfico diario de ketchup y carne de vacuno. Él asegura que siempre ha estado fascinado con los números, y al comprobar que McDonalds llevaba un registro de sus consumidores, eso le animó a anotar todas sus consumiciones.
Con semejante afición culinaria, este norteamericano no ha pasado desaparecibido para nadie y ya tuvo su aparición estelar en el documental 'Super Size Me'.
Cualquiera puede pensar que esa dieta es poco saludable, pero él asegura que se mantiene en forma. Mide 1.82 metros, pesa 84 kilos y afirma recorrer dieciséis kilómetros a diario.
Antiguamente siempre pedía junto a su queridísima hamburguesa una ración de patatas fritas, pero ese hábito lo frenó en la década de los noventa, reduciendo su consumo a tan sólo una vez al mes. Ahora acompaña cada comida con dos helados.
Gorske ha escrito un libro contando su maravillosa experiencia. "A veces la gente me llama raro pero a mi no me importa. Yo respeto a la gente como es", ha dicho, reclamando el mismo trato para su persona. "Simplemente quiero que la gente entienda que no voy a cambiar".
Al margen de aquella vez que no probó su alimento preferido por respeto a su madre, en otras dos ocasiones no pudo abalanzarse sobre una Big Mac porque su trabajo como empleado de un correccional le impidió llegar antes de que cerrasen al establecimiento. Otras tres veces estaba de viaje y no pudo encontrar un McDonald's donde saciar su singular apetito. Tampoco pudo ir a su restaurante preferido el Día de Acción de Gracias de 2000, y durante unas intensas tormentas de nieve que cayeron sobre su ciudad que obligó a la franquicia de comida rápida a cerrar sus locales. Es por ese motivo que desde entonces, y para evitar futuros disgustos a su desorden alimenticio, comenzó a congelar hamburguesas. Así, siempre tiene una o dos en su nevera, preparadas para el consumo, elevando esa cantidad a cuatro o cinco en invierno. Es la única manera de seguir alimentando su particular obsesión sin contratiempos externos. Y es que si se fija uno bien, tampoco son tantas. 23.000 en 36 años no llega ni a 2 diarias de media. Como él dice: "Son lo mejor de mi día". Pues disfruta, muchacho, disfruta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario