Presente en el famoso libro de los récord Guinness como el hombre más pequeño del mundo, al reinado de este pequeño gran colombiano -que tiene una novia de 18 años, Fanny- no le quedó mucho recorrido cuando se cruzó en su camino el nepalí Khagendra Thapa Magar, que al cumplir la mayoría de edad y con su escaso medio metro de altura le robó la corona al bueno de Edward.
Pero ese tiempo de gloria, fama, flashes y disfrute que le aseguraron algunos contratos en tiendas de Bogotá, donde bailaba y baila y entretiene a los clientes, no se lo quita ya nadie.
Con la excepción de los ojos (cataratas en ambos ojos nublan su visión, lo que requiere cirugía que la familia no se puede permitir -¡puta miseria!-), no tiene quejas médicas. Posee agudeza mental y se ríe con facilidad, aunque a veces es difícil entender su discurso y sus dedos regordetes hacen que la escritura se convierta en toda una hazaña para él. (Aunque a otros con los dedos finetes también les cuesta eso de escribir bien. ¡A ver si aprendemos, tú que lees! que pareces tonto cuando se cruza en tu camino una ge y una jota, una ce, una zeta y una ese...).
Es muy sociable pero le toca bastante los huevos el que la gente siempre quiera tocarle y darle la mano. ¡No es un juguete, es un ser humano!
Y quién sabe... Si tiene suerte en su vida bien podría encaminarse por el mundo del cine, donde ya ha participado en una película interpretando a un matón del narcotráfico.
(Antes de Edward, el anterior dueño del título era He Pingping, de China, quien medía cuatro centímetros más y que murió el pasado 13 de marzo. Que en gloria esté.)
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