Seguía una dieta baja en grasas, pero incomprensiblemente no solo no adelgazaba sino que engordó 57 kilos.
Hace dos años le diagnosticaron un trastorno del sueño relacionado con un desorden alimenticio que le hace comer descontroladamente en estado de somnolencia, lo que está poniendo en jaque su salud.
Por las mañanas casi siempre se despertaba cansada y con naúseas y no tenía ganas de desayunar. Pero el misterio se aclaró un día cuando se despertó con comida en la cama y la cocina revuelta, "me sentí aterrorizada. No podía recordar nada en absoluto", confiesa.
Fue entonces cuando participó en un estudio del sueño donde las cámaras de visión de la noche supervisaron sus actividades nocturnas descubriendo que se levantaba a la cocina hasta ocho veces cada noche y consumía más de 2.000 calorías sin saberlo, lo que le llevaba a engordar una media de seis kilos al mes.
A sus 42 años, su pesadilla le está causando graves problemas de salud derivados de la ingesta compulsiva de comida durante su estado de inconsciencia como hipertensión, además de sufrir la incomprensión de las personas a quienes le cuenta su historia que lo consideran una historia graciosa: "Jajajajajaja", le dicen.
Ella lo ha intentado todo, sin éxito: desde tener solo los alimentos indispensables en el frigorífico hasta cerrar la puerta del dormitorio para evitar salir, pero se hace daño, incluso acabó con tremendos moratones hasta en los ojos, y aún así conseguía llegar hasta la preciada cocina para hartarse de buenas longanizas y comestibles varios.
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