El patio no está para bromas y en lo que antes un niñito de 9 años se entretenía jugando a la pelota y tramando cómo se limpiaba los mocos en la manga de la camisa sin que lo pillara su madre y poco más, hoy en día un niñato de 9 años es capaz de rajarte de arriba a abajo antes de irse a echar un polvo con la compañera de pupitre mientras entremedio echa una partida a la consola portátil, y aquí no ha pasado nada. (Como mucho luego los medios de comunicación dirán que algo falla en el Sistema. -Nunca sé muy bien a qué cojones se refieren con eso del Sistema-. ¿El Solar? No, si al final de esto también va a ser culpable el calentamiento global.)
Así, con estos tiempos que corren donde la inocencia se pierde demasiado pronto -si es que en verdad se llega a tener-, nada bueno es lo que planeaban un grupito de niños de nueve años -que yo he bautizado como los niños capullo- de la escuela de primaria Center, en el sur de Georgia (Estados Unidos), donde pensaban atacar a su profesora con un cuchillo para carne, cinta adhesiva y unas esposas. (Material que habían encontrado buscando por sus casas.) Al parecer, los menores querían vengarse porque la docente se había atrevido a castigarles. (No me extraña, ¡matarifes de medio metro!)
Su plan consistía en dejar inconsciente a la maestra con un pisapapeles de cristal, amordazarla con las esposas y la cinta adhesiva y, posiblemente, cortarla con el cuchillo, ha explicado el jefe de policía del condado de Waycross, Tony Tanner. "No hemos oído que se haya mencionado que intentaban matarla, pero podrían haberlo hecho accidentalmente". "Si no hubieran sido interceptados, se habría producido un atentado", afirma.
Los directivos de la escuela alertaron a la Policía el pasado viernes, después de que un alumno avisase a una profesora de que una niña había traído un arma a la escuela. Al parecer, pensaban actuar ese mismo día.
La Policía pretende ahora presentar cargos contra tres de los menores en el sistema de juzgados juveniles por conspiración para cometer un ataque y posesión de armas en la escuela. Los padres de los escolares han cooperado con los investigadores, ya que estos no podían interrogar a los niños sin autorización de sus progenitores o apoderados. (¡Pues menos mal! Raro es que no se hayan cabreado por enturbiar la vida de sus queridos endiablados retoños.)
(¿Y no está justificado en estos casos un buen bofetón y pisotearle la Xbox con la rueda del coche para dársela luego convertida la consola en mecano?: Toma, mocoso, monta algo constructivo...)
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