Wang, de 23 años, sufre desde los siete una enfermedad desconocida que hace que sus piernas sigan creciendo. La naturaleza, la verdad, a veces se gasta unas gracias que no me veas. Vaya putadón con la pobre chica. A ver si la ciencia descubre algo porque no hay derecho a padecer semejante tortura sin comerlo ni beberlo.
sábado, 23 de junio de 2007
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