
Ben, que ha resultado ileso, se ha podido salvar de su frenética carrera involuntaria gracias al aviso del resto de conductores, que observaban atónitos la escena y avisaban a la central de alarmas de la policía de lo que estaba ocurriendo. "Fue un paseo... pero muy rápido", ha llegado a decir el joven, quien llegó a alcanzar los 80 kilómetros por hora. "Pensaba que el conductor seguiría conduciendo y que no iba a parar", aseguraba Carpenter a los medios de comunicación. Pero finalmente paró. O lo pararon. Seis kilómetros después. Lo cierto es que es realmente curioso y como, afortunadamente no ha pasado nada, salvo que las ruedas de su silla han quedado totalmente quemadas -ya las tiene nuevas, por eso-, diré que bastante cómico.
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