jueves, 14 de julio de 2011

Una niña se suicida por amor a su familia

Mónica Sakar y su hermana Mumpy oían a los adultos de su hogar (en el este de la India) hablar de trasplantes. En la casa se comentaba que el padre de la familia podría recuperar la vista con unos ojos nuevos, mientras que la vida de su hermano podría salvarse con un trasplante de riñón. Lamentablemente, no existía ningún donante en el horizonte.
La situación era desesperada: en India, una familia en la que los varones están inválidos tiene muchas menos posibilidades de salir adelante. Así que Mumpy ideó un plan: suicidarse para que su familia pudiera aprovechar sus órganos. Así se lo confesó a Mónica, que debió entender que una idea tan inocente y descabellada solamente podía ser una fantasía infantil, pero...
Días después, la niña de doce años ingirió un pesticida llamado Thiodan. Avisó a su padre de que había soñado que alguien la envenenaba. Consternado, el cabeza de familia la llevó de hospital en hospital. En cada intento, el médico le decía que no podía hacer nada por ella. Y en cada intento, la salud de la niña empeoraba. Al poco, murió. Y esa tragedia, que Mumpy entendió como la solución definitiva para su familia, tiene un giro final todavía más descorazonador.
La niña había escrito una nota de suicidio en la que explicaba que sus órganos debían salvar la vista de su padre y la vida de su hermano. La había dejado encima de su cama antes de empezar a rotar por los hospitales de India del Este. Su familia no la encontró hasta que no regresaron del funeral. Para entonces, Mumpy ya había sido cremada siguiendo el rito hindú, y no quedaban órganos que trasplantar. Su madre entró en estado de shock después de oír la noticia.
¡Descanse en paz!

miércoles, 13 de julio de 2011

Un lingotazo por la salud

Chen DeUn anciano llamado Chen De de 71 años de edad en la ciudad de Chongqing (centro de China) bebe gasolina y queroseno desde hace 42 años, ya que, según él, son buenos para la tos y los dolores de garganta.
El viejo, de apariencia frágil (metro y medio de estatura y muy delgado), dice que cada mes bebe entre tres y cuatro litros de gasolina. Recuerda que empezó a consumir queroseno en 1969, cuando una persona se lo recomendó como remedio para tratar una tos muy fuerte que lo aquejaba, y siguió haciéndolo al confirmar que el combustible era efectivo para suavizar la garganta. La gasolina llegó después, cuando la venta de queroseno se redujo en el país asiático.
Chen, que calcula haber consumido en este tiempo una tonelada y media de estos combustibles, defiende que estas poco habituales bebidas han sido muy beneficiosas para su salud.
La esposa y los hijos de Chen trataron de convencer en incontables ocasiones a este para que dejase de beber estos productos, pero él siempre se negó y, cansado de esta insistencia, desde hace ocho años vive solo.

Chen De

Médicos del hospital Honglou de Chongqing, enterados del caso de Chen, lo visitaron y ofrecieron darle un tratamiento gratuito para controlar su enfermedad, pero el anciano declinó argumentando que su salud ha estado muy bien en los últimos años y no tiene necesidad de acudir a un hospital.
Los médicos confirmaron que la salud de Chen es normal, aunque tiene los pulmones un poco inflamados, y dijeron que su cuerpo ya debe haberse acostumbrado al consumo de combustible como una adicción.
La cantidad de combustible que Chen consumió en los últimos 42 años sería suficiente para recorrer 21.600 kilómetros en automóvil.