miércoles, 22 de septiembre de 2010

2013: Malos augurios

En esta ocasión no son las premoniciones de Nostradamus, ni las del calendario maya, ni el vuelo libre de Apophis... Esta vez es la propia NASA quien advierte de que una masiva explosión solar podría paralizar la Tierra. Las llamaradas del astro rey aumentarían el nivel de las radiaciones y esto haría colapsar las transmisiones satelitales... el puto CAOS.
La tormenta solar llevará, de producirse, el desastre a la Tierra dentro de tres años con apagones generalizados, cortando internet y todos los sistemas de comunicación. El tráfico de aviones se paralizará y con ellos el transporte de alimentos y personas, las comunicaciones telefónicas, la tragedia al estilo de las películas de Hollywood. Este es el panorama que pinta la NASA y que a bien debiera preocuparnos porque el desastre que amenaza al planeta es tan real e inminente que hasta el mismo secretario de Defensa estadounidense Liam Fox ya convocó a una conferencia urgente para alertar de la vulnerabilidad de la red de suministro eléctrico, una de las que se verá más afectada. Y es que un fenómeno como este tendría el mismo efecto que la explosión de cien bombas de hidrógeno con daños veinte veces mayores que los que dejó el huracán Katrina.
Los expertos, reunidos en Washington (EE.UU.) el pasado junio, ya discutieron cómo proteger la Tierra de las bengalas que lanzará el Sol.
Mientras, la NASA se mantiene en alerta y dispone de una docena de satélites para estudiar la amenaza y evaluar las consecuencias. Pero la Tierra quedaría tan vulnerable que bien podría ser aprovechado por terroristas, un peligro adicional para el que las potencias del mundo también se preparan.
El aumento de la actividad solar afectará las redes inteligentes de energía, la navegación GPS, el transporte aéreo, los servicios financieros y de comunicaciones de emergencia de radio, y aunque los expertos opinan que prepararse con antelación ayudará a minimizar los riesgos: los satélites se pondrían a buen recaudo y se desconectarían los transformadores para evitar las sobrecargas eléctricas, la catástrofe está garantizada.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Los longevos abuelos nipones están cayendo como moscas

Todo comenzó el pasado mes de julio con un horrible descubrimiento cuando el Gobierno japonés se decidió a homenajear a Sogen Kato, el hombre más longevo de Tokio con sus 111 primaveras a cuestas. Pero a Kato no le hizo especial ilusión el festejo que le preparaban, básicamente porque llevaba muerto 32 años y estaba hasta las narices que su familia hubiera conservado su cádaver en casa, momificado. ¿El motivo? La jugosa pensión de la que provee el estado nipón a sus ciudadanos centenarios. Obviamente, los familiares fueron detenidos, y el viejo pudo por fin descansar en paz.
Sospechando de que esta picaresca no fuera un hecho aislado, el ministerio de salud ordenó revisar los registros de unas 77.000 personas que deberían tener por lo menos 120 años, y 884 que debían tener 150 años o más. Todo un reto genético hasta para un ciudadado del país del sol naciente. En total, Japón se percató de que existían 234.354 personas que sobrepasaban los cien años, y recibían su pensión y otras ayudas, pero de los que no se tenía noticia, y era imposible localizar.
Inmediatamente han salido a la luz más casos macabros como el de Kato. Así, dos historias más que sirven como ejemplo: la policía de Tokio encontró en una mochila (de su hijo) los restos de una mujer que se creía que tenía 104 años. Los había guardado ahí diez años atrás. Mientras que una mujer de Osaka ha admitido que hacía cinco años que guardaba el cadáver de su padre, para cobrar la pensión.
Las dimensiones del fraude de estos familiares podrían haber alcanzado cifras realmente preocupantes. Incluso, se sospecha que hayan afectado a las estadísticas oficiales de esperanza de vida en el país, que actualmente se sitúa en 86,44 años para las mujeres y 79,59 años para los hombres. Hasta ahora, era un récord mundial. Pero eso ahora ya no hay quien se lo crea...

lunes, 6 de septiembre de 2010

Edward Nino Hernández

Tiene 24 años, le gusta bailar reggaetón, adora jugar al dominó, admira a Jackie Chan y a Sylvester Stallone, y no se siente diferente, a pesar de que es tan alto como una maleta, unos 70 centímetros (casi la restricción de equipaje para llevar con uno en el avión). Cuando nació pesaba solo 1,5 kg y medía 38cm, pero no crece desde que tenía dos años y ahora pesa 10 kg.

Edward Nino Hernández

Presente en el famoso libro de los récord Guinness como el hombre más pequeño del mundo, al reinado de este pequeño gran colombiano -que tiene una novia de 18 años, Fanny- no le quedó mucho recorrido cuando se cruzó en su camino el nepalí Khagendra Thapa Magar, que al cumplir la mayoría de edad y con su escaso medio metro de altura le robó la corona al bueno de Edward.
Pero ese tiempo de gloria, fama, flashes y disfrute que le aseguraron algunos contratos en tiendas de Bogotá, donde bailaba y baila y entretiene a los clientes, no se lo quita ya nadie.

Edward Nino Hernández

Con la excepción de los ojos (cataratas en ambos ojos nublan su visión, lo que requiere cirugía que la familia no se puede permitir -¡puta miseria!-), no tiene quejas médicas. Posee agudeza mental y se ríe con facilidad, aunque a veces es difícil entender su discurso y sus dedos regordetes hacen que la escritura se convierta en toda una hazaña para él. (Aunque a otros con los dedos finetes también les cuesta eso de escribir bien. ¡A ver si aprendemos, tú que lees! que pareces tonto cuando se cruza en tu camino una ge y una jota, una ce, una zeta y una ese...).
Es muy sociable pero le toca bastante los huevos el que la gente siempre quiera tocarle y darle la mano. ¡No es un juguete, es un ser humano!
Y quién sabe... Si tiene suerte en su vida bien podría encaminarse por el mundo del cine, donde ya ha participado en una película interpretando a un matón del narcotráfico.
(Antes de Edward, el anterior dueño del título era He Pingping, de China, quien medía cuatro centímetros más y que murió el pasado 13 de marzo. Que en gloria esté.)

jueves, 2 de septiembre de 2010

Se salva de una caída de 122 metros a una velocidad de 200 km/h

Thomas Magill, un joven de 22 años, ha sobrevivido a una caída desde lo alto de un edificio de 39 pisos de altura en Nueva York (Estados Unidos), gracias a que la parte trasera de un automóvil amortiguó el golpe.
Cuando los servicios sanitarios acudieron a su encuentro se encontraba consciente, tenía una pierna y un tobillo rotos, así como el pulmón perforado, a causa de la caída desde una altura de 122 metros.
Aunque el joven -originario de Staten Island (Nueva York) y dependiente de una tienda de ropa de la ciudad- había escrito en su perfil de la red social Facebook frases como "Odio mi vida", la policía no encontró nota alguna que refuerce la hipótesis de intento de suicidio.
El joven, que se desplomó a una velocidad de 200 kilómetros por hora, se encuentra en situación estable en el Hospital neoyorquino de Saint Luke, donde ya ha sido intervenido quirúrgicamente en una pierna.
Thomas, un aspirante a actor y cantante que participó en la producción teatral 'Into the Woods', vivió en el edificio desde el que cayó durante su época de estudiante de música en la Universidad de Fordham de Nueva York. Y aunque ya no reside ahí, el joven no tuvo problema para acceder al inmueble, debido a que el personal de seguridad del edificio es bastante flexible y pocos invitados firman en el registro de entrada.
Trabajadores de la construcción que se encontraban cerca del lugar del incidente han explicado que avistaron a Thomas encaramándose en la terraza y algunos de los residentes del edificio aseguraron a la policía haber visto a través de sus ventanas al joven caer.