lunes, 27 de octubre de 2008

La muñeca del espacio

Carmen SánchezTrapecista de profesión de 86 años, la española Carmen Sánchez es ciega y ha superado con éxito un tumor cerebral que a punto estuvo de llevarla al otro barrio. Tanta adversidad no le ha impedido ni le impide a esta incombustible veterana entrenarse a diario en la cotidianidad de su vida sin perder la esperanza de recuperar la visión algún día. "De lo único que tengo miedo es de hacerme mayor", afirma.
Pasó media vida viajando con el circo como camino y el trapecio como vehículo, de la mano de su difunto esposo. Sin embargo, a los 34 años, un error médico en su segundo parto le provocó la ceguera que aún arrastra, aunque ésta no le ha imposibilitado seguir entrenándose, manteniendo su agilidad en una forma que, si ya sorprendería en cualquier persona, verlo en alguien de su edad cuesta de creer.

La muñeca del espacio

Carmen tiene estudiadas al dedillo las medidas y cada rincón del comedor de su casa, donde estira una alfombra y a diario realiza ejercicios de elasticidad y levanta pesas.
Siempre que puede se acerca a la playa para nadar, y cada semana asiste a un centro de actividades para gente mayor a bailar con su actual pareja. "El día en que yo en vez de levantar diez veces las pesas las levante sólo tres me veré vieja. Pero si yo hoy levanto las pesas diez veces, o quince, las que quiera, y mañana vuelvo hacerlo, ¿por qué tengo que sentirme vieja?", comenta.
Envuelta en un optimismo contagioso, como no puede verse en el espejo, tiene la sensación de sentirse igual de joven que antaño por la forma en cómo se mueve, baila, nada. Así, lo tiene todo a punto para "volar" de nuevo montada en su trapecio, y no pierde la esperanza, cada día al levantarse, de recuperar la vista. "Yo tengo la sensación, a quien se lo cuento me dice que no -puntualiza-, que cada veinticuatro horas noto una oscuridad diferente. A veces es una oscuridad negra, negra, negra, y otras es un color como la piel de la naranja, otras es como un huevo batido, y otras es tan y tan clara que me de la impresión que de un momento a otro volveré a ver. Cuando está claro, como ahora, tengo siempre una esperanza, pero cuando está tan negro ya me digo a mí misma que no, que no he adelantado nada, que sigue todo igual", relata pensativa esta mujer capaz de encaramarse a una escalera para quitar las cortinas, cocinar con autonomía -"nunca me ha gustado molestar a nadie"-, hacer punto y cultivar una coquetería por la que usa siempre zapatos de tacón y cosméticos.

Trapecista

Por lo que al mundo del circo se refiere, Carmen no duda en culpar a la TV de su mala situación. "Nosotros nos retiramos por culpa de la tele", cuenta. "El público ya no era lo mismo, la gente ya había visto los espectáculos por la televisión, lo había visto todo, y ya no era nuevo lo que veían en la pista, por lo que cada vez el público aplaudía menos", se lamenta la mujer que fue conocida como 'La muñeca del espacio' y a la que no le falta un ápice de energía: "Claro que voy a recobrar la vista; pienso vivir hasta los cien años".
Por su lado, los hijos de Carmen son payasos en un pequeño circo francés donde decidieron recuperar 'El restaurante automático', un número que inventaron sus padres hace ya medio siglo.

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